¡Continuamos!

La semana pasada nos quedamos entre las ruinas de la antigua ciudad de Esmirna, pero es necesario quedar un poco más antes de continuar nuestro viaje hacia Sardis, en nuestro adelantado jueves, 11 de junio,2015. Algo más debemos conocer del escenario que marcó, para el naciente cristianismo, esta importante ciudad. Durante el avance del cristianismo dentro del Imperio romano, fue martirizado dentro de sus muros Policarpo de Esmirna. La ciudad tomó relevancia entre los cristianos al ser una de las siete ciudades nombradas en el Apocalipsis y a causa de la profecía de que serían perseguidos y muertos muchos de los creyentes en Jesucristo. Los cristianos de esa ciudad padecieron persecuciones y discriminaciones a la vez que se enfrentaban a doctrinas como el gnosticismo, montanismo, nicolaísmo y marcionismo. Esmirna continuó en manos de bizantinos durante unos cinco siglos más, hasta que en 1084 fue ocupada por los turcos selyúcidas, aunque dicha ocupación tan sólo duró 13 años, ya que los bizantinos la pudieron recuperar de nuevo. Los otomanos, en 1322, se la arrebataron definitivamente a los emperadores griegos, pasando de mano en mano más tarde y siendo gobernada por el reino de Chipre, Venecia e incluso los Estados Pontificios. Saqueada en 1402, sufrió un severo castigo: asesinaron a la mayoría de sus habitantes. Los otomanos volvieron a apoderarse de ella en 1424, conservándola hasta 1920, tras la desintegración del Imperio otomano y la ocupación griega según el Tratado de Sèvres. En 1922 regresó a manos turcas tras la Guerra grecoturca. La ancestral comunidad griega de Esmirna fue exterminada sistemáticamente y los supervivientes fueron desplazados a Grecia en virtud de los acuerdos de intercambio de población entre Grecia y Turquía. Más de un millón de griegos abandonó entonces la ciudad, una de las de mayor población declarada griega de Anatolia. La música traída por los refugiados de Esmirna sería el origen del rebétiko, uno de los géneros musicales griegos más importantes. Durante la II guerra Mundial, la ciudad creció gracias a su estratégico enclave y se recuperó del terrible incendio que 20 años antes había destruido totalmente la ciudad. ¡Cuánto desearíamos quedar más tiempo en Esmirna pero debemos continuar nuestra peregrinación. Subiremos a nuestro ómnibus rumbo a Sardis. Ese miércoles 11 de junio nos durará mucho en nuestro boletín.

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Seminario sobre las Siete Iglesias del Apocalisis

Parte 13
Por el pastor Rolando de los Ríos

Aún coincidimos en nuestro seminario con la visita a la ciudad de Esmirna. Como ya dijimos, los cristianos, tanto de la ciudad real de Esmirna como el período histórico de la iglesia que ella representaba, sufrieron grandes calamidades. Muchos fueron martirizados por su fe. Jesús se identificó con sus valientes seguidores como “el Primero y el Último, el que estuvo muerto y vivió”, (Apocalipsis 2:8). Si ellos tuvieron que sufrir por su Maestro, Él sufrió mucho más por ellos. Con todo, debían conservar la esperanza. Si él resucitó de entre los muertos, sus seguidores también volverá a al vida. ¡Esa es su promesa y la cumplirá! Esto se aplica a nosotros hoy. La vida cristiana nunca ha sido prometida como una senda de pétalos de rosas. Tal vez haya habido más espinas que flores en el camino al Reino de Dios. La recompensa que Cristo prometió a los vencedores de este período que transcurrió del año 100 al 313, fue: “El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte”. (Apocalipsis 2:11). Los fieles de Dios pueden morir la muerte más terrible, pero si su fe se mantiene aferrada a su Salvador, serán resucitados cuando venga Jesús (2 Tesalonicenses 4:13-16). En Apocalipsis 20 se nos habla de la muerte segunda. Esa sí será la muerte. La primera es para los fieles de Dios solo un sueño del cual serán despertados, pero la segunda muerte será la que sufrirán los impenitentes, aquellos que se han rebelado contra la voluntad de Dios, los que hayan despreciado el llamado de amor de Cristo y rechazado su muerte en la cruz por ellos. Podemos morir, ¡claro que sí! Pero si creemos en Cristo, no pereceremos para siempre en la segunda muerte, porque en Cristo se nos promete la vida eterna. En nuestra próxima clase comenzaremos a investigar la historia eclesiástica en el siglo 4to. En el período conocido como el de Pérgamo. Algo mucho más terrible ocurrió entonces.

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