¡Llegada a Éfeso!
¡Amanece hermosa la mañana del viernes 12 de junio! Después de bajar nuestro equipaje, tras de una plácida noche en el hotel Lycus River, en Pamukkale, nos vamos a desayunar en el amplio buffet. Debemos llegar temprano pues desearemos disfrutar los deliciosos alimento y poder estar listos a tiempo, pues nuestro equipaje será colocado en el ómnibus que nos conducirá a la última ciudad de nuestro recorrido por los asentamientos de las siete iglesias mencionadas en el libro del Apocalipsis. Éfeso es la primera de las iglesias mencionadas pero será la última que nosotros conoceremos.
Esa noche pernoctaremos en ella para luego abordar nuestro barco y hacernos a la mar. Pero antes, conozcámosla. Éfeso fue en la antigüedad una localidad del Asia Menor, en la actual Turquía. Fue una de las doce ciudades jónicas a orillas del mar Egeo, situada entre el extremo norte de Panayr Dağ (el antiguo monte Pion) y la desembocadura del río Caístro y tenía un puerto llamado Panormo.
Al este se hallaban la colina de Ayasoluk, con el valle a sus pies, y la población actual de Selçuk, cerca del mar, el monte Pion y el monte Coreso (actual Bulbul Dagh), a cuyos pies se encontraba la ciudad antigua. Fue un importante centro religioso, cultural y comercial. Actualmente sus ruinas constituyen una atracción turística importante. Heródoto menciona el mito de que se llamó Éfeso por una reina de las amazonas.
Otros nombres que se le dieron fueron Samorna, Trecheia, Ortigia y Ptelea. Parte del trazado original de esta famosa ciudad de la antigüedad está ocupado por la pequeña villa de Ayasaluk, cuyo nombre se cree que es la corrupción del griego hagios theologos, es decir, "el santo teólogo". La actividad económica de Éfeso se centra fundamentalmente en el turismo que atraen las notables ruinas grecorromanas de la ciudad antigua, y los restos paleocristianos y bizantinos, que atraen igualmente a muchos peregrinos.
Si bien en la antigüedad clásica Éfeso fue una importante ciudad portuaria, desde el siglo V en adelante, debido al mar, sufrió, por procesos de sedimentación y erosión, un fuerte retroceso que lo han alejado de la actual línea de la costa, por lo que su puerto fue abandonado hace mucho. Se ha identificado a Éfeso como la ciudad de Apasa o Abasa, mencionada por los hititas como la capital del reino de Arzawa. También se ha encontrado cerámica micénica.
La fundación de la Éfeso griega en el siglo XI a. C. se debe a colonos atenienses liderados por el hijo del rey Codros, de nombre Androclo, aunque una leyenda se la atribuye a las Amazonas. Ferécides dice que la región de Éfeso y Mícala fue habitada por los léleges (los carios ocupaban el resto de Jonia) y fueron expulsados por los jonios dirigidos por Androclo. El rey Creso hizo la guerra a los jonios y asedió la ciudad, que seguramente ambicionaba como puerto de Sardes.
Los asediados dedicaron sus oraciones a Artemisa y construyeron un templo. La ciudad fue regida por una monarquía. La primera noticia cierta que se tiene de la ciudad es una guerra con los magnesios (los habitantes de Magnesia). Los cimerios invadieron el Asia Menor en el reinado del rey Ardis de Lidia. Subieron por el valle del Caistro y llegaron a Éfeso, pero nada más se sabe de los daños que les causó. En estos ataques fue destruida Magnesia.
Después de eso, Éfeso cayó bajo dominio de Lidia y después de Persia al final del siglo VI a. C. En 499 a. C., cuando los atenienses y los eretrios juntamente con los jonios marcharon contra Sardes, desembarcaron en Éfeso y dejaron los barcos a Coresos. Gente de la ciudad les guiaron por el valle del Caístro hasta el monte Tmolo. Sardes fue incendiada y se retiraron, pero fueron perseguidos hasta Éfeso y les derrotaron en un combate naval enfrente de Mileto.
Los atenienses se replegaron a Mícala y fueron de noche a Éfeso cuando se estaba celebrando la fiesta de las Tesmoforias, y los ciudadanos, que desconocían lo que había pasado, les atacaron pensando que eran ladrones, y mataron a unos cuantos.
Por estos hechos se sabe que Éfeso no tenía barcos de guerra, y por tanto se supone que no participaba en la revuelta jónica, pese a que simpatizaban con ella. Jerjes I incendió algunos templos, pero al de Éfeso no le pasó nada.
Casi al final de la guerra del Peloponeso, el comandante ateniense Trasilo, que hacía una expedición de saqueo, desembarcó en Éfeso; el sátrapa persa Tisafernes hizo una llamada a todo el país y pudo evitar el saqueo de la ciudad derrotando a los atenienses. Lisandro, el jefe de la flota espartana, entró en Éfeso en 407 a. C. con objeto de entrevistarse con Ciro en Sardes. Mientras esperaba, el ateniense Antíoco, que estaba en la batalla de Notio como comandante de Alcibíades, se enfrentó con él, pero el espartano obtuvo la victoria.
Después de la batalla de Egospótamos, los efesios dedicaron una estatua a Lisandro (y otros espartanos menos conocidos) en el templo de Artemisa. Pero después de la victoria de Conón en la batalla de Cnido fueron sustituidas por estatuas de Conón y Timoteo.
Permaneció en manos de los persas hasta la época de Alejandro Magno, al que acogió como liberador.
Hoy hemos estudiado algo de la historia de Éfeso pero la semana que viene conoceremos otros aspectos de esta importante ciudad que permanece viva y activa.
Si no tienes los boletines anteriores puedes encontrarlos si Pulsa aquí.
Leer más