Seminario sobre las Siete Iglesias del Apocalipsis
Parte 26 (Basada en Apocalipsis 3:14 – 22).
Por el pastor Rolando de los Ríos
Continuamos en Laodicea
Queridos alumnos de nuestro seminario, casi estamos llegando al final de nuestra jornada a través de las siete iglesia del Apocalipsis. En el estudio de Laodicea nos encontramos, no solo con una importante ciudad de la antigüedad sino además, con el período final en la historia de la iglesia en el cual estamos nosotros, no solo como estudiantes sino como los mismos protagonistas.
Puesto que los mensajes a las siete iglesias reflejan el curso completo de la historia de la iglesia cristiana (ver com. cap. 1: 11; 2: 1), el séptimo mensaje debe representar la experiencia de la iglesia durante el período final de la historia de este mundo.
El nombre Laodicea sugiere el último paso en el proceso espiritual del cristiano: la perfección de "un pueblo juzgado" (ver com. cap. 3:14) y hallado justo. Además, implica que la preparación de este pueblo y el procedimiento divino de determinar que son justos, concluirán al final del período (ver com. Dan. 8:13-14; Apoc. 3:8; 14:6-7).
Por lo tanto, el mensaje para Laodicea se aplica en un sentido especial a la iglesia desde 1844 hasta el fin del tiempo. Este lapso puede describirse como el período del juicio. El mensaje de Laodicea se aplica a todos los que afirman que son cristianos.
El reconocimiento de esta aplicación es una constante reprensión contra el engreimiento y un estímulo para vivir íntegramente de acuerdo con el modelo de una vida perfecta en Cristo Jesús (ver com. cap. 3: 18). El Señor señala la tibiera de la iglesia. “Ojalá fueses frío… y no tibio” (Apocalipsis 3:15).
Un estado espiritual de tibieza produce una disminución de la vigilancia, lentitud en las reacciones e indecisión. Si la iglesia de Laodicea fuese fría, el Espíritu de Dios tal vez podría convencerla más fácilmente de su peligrosa condición. ¿Por qué es preferible una condición de frialdad a una de tibieza? Las siguientes palabras proyectan luz al respecto: "Al Señor le agradaría que los tibios, que creen que son religiosos, nunca hubieran mencionado su nombre.
Son una carga continua para los que anhelan ser fieles seguidores de Jesús. Son una piedra de tropiezo para los incrédulos" (IT 188).
La figura del agua tibia prosigue hasta su lógica conclusión. Nuevamente, conviene recordar el agua de Hierápolis, que además de ser tibia, tiene mal gusto por su contenido mineral.
Esta agua desagrada, produce náuseas; el que la bebe casi involuntariamente vomita. Dada la importancia que tiene para nosotros el estudio de esta última iglesia, lo continuaremos en el próximo boletín. ¡Hasta la próxima semana, queridos alumnos!
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