Seminario sobre las Siete Iglesias del Apocalipsis
Última Parte (Basada en Apocalipsis 3:14 – 22).
Por el pastor Rolando de los Ríos
Hay remedio para Laodicea.
Así como la antigua ciudad de Laodicea se caracterizaba por sus aguas termales, tibias, la iglesia de hoy mantiene esa tibieza. No es que Dios desea que sea así sino que lo revela, lo denuncia.
Algunos han pensado que Dios ha rechazado a su iglesia por esa cualidad ambivalente pero no es así. Él ofrece un remedio a su iglesia de los últimos tiempos. Puesto de que el laodicense dice no tener necesidad de nada, y que en realidad, lo necesita todo, pues es “pobre, ciego y desnudo”, el Señor le ofrece un remedio para cada uno de sus males. Como es pobre, Cristo le dice: “… que de mí compres oro afinado en fuego”.
El oro representa las riquezas espirituales que se ofrecen como el remedio de Cristo para la pobreza espiritual de los laodicenses. Este "oro" simbólico representa la "fe que obra por el amor" (Gál. 5:6; Sant. 2:5); y las obras que resultan de la fe (1 Tim. 6:18).
El hecho de que ese oro es refinado en fuego, sin duda se refiere a la fe que ha sido probada y purificada por el fuego de la aflicción (ver com. Sant. 1:2-5; cf. Job 23: 10). También el Señor ofrece vestiduras blancas como un contraste con la desnudez de los laodicenses, la cual se destacaba tan horriblemente frente a su jactancia de que no tenían necesidad de nada (vers. 17).
Las vestiduras blancas son la justicia de Cristo (Gál. 3:27; ver com. Mat. 22:11; Apoc. 3:4; Apoc. 19:8). Esta figura debe haber tenido un significado especial para los cristianos de Laodicea, porque su ciudad era famosa por su tela de lana negra. Por último, al estar ciego espiritualmente, el cristiano actual debe recibir el colirio en sus ojos para ver.
El colirio antiguo era conocido por la forma del paquete en el cual se envolvía. Cerca de Laodicea había un templo al dios frígido, Men Karou. Surgió una famosa escuela de medicina dependiente de ese templo, y allí podía conseguirse un polvo para los ojos. Este hecho puede ser la base histórica de la figura del colirio.
El colirio simbólico que se le ofrece a los laodicenses es el antídoto celestial para su ceguera espiritual. Su propósito es abrirles los ojos a su verdadera condición. Esta es la obra del Espíritu Santo Juan 16:8-11); sólo por medio de su obra convincente en el corazón puede eliminarse la ceguera espiritual. También puede considerarse que este colirio representa la gracia espiritual que capacita al cristiano para distinguir entre la verdad y el error, entre el bien y el mal.
Cristo reprende y castiga al que ama. El propósito de toda verdadera disciplina correctora es hacer comprender su culpa al que yerra y animarlo a un nuevo proceder. Parece que la iglesia de Laodicea no había sufrido aún persecución como sus iglesias hermanas, porque no se menciona que hubiera padecido sufrimientos.
Pero Cristo amonesta a la iglesia que no puede continuar en su proceder indiferente sin encontrar una disciplina correctivo. Más de medio siglo después de los días de Juan, parece que la iglesia de la antigua Laodicea sufrió persecución. “Yo estoy a la puerta y llamo”, dice Jesús. Él llama a la puerta de las emociones por medio de su amor, su palabra y sus providencias; llama a la puerta de la mente por medio de su sabiduría; llama a la puerta de la conciencia por medio de su autoridad; llama a la puerta de las esperanzas humanas por medio de sus infalibles promesas. También puede considerarse que este pasaje se refiere a Cristo que está a la puerta de la vida humana, y en verdad de la historia humana, listo para entrar y bendecir con su presencia a su pueblo que espera. “Entraré… y cenaré con él”.
“Esa es la promesa de Cristo para los que le dejen entrar a sus corazones. Pocos actos revelan mayor amistad y compañerismo que el compartir juntos los alimentos. Cristo promete compartir nuestras experiencias y nos invita a participar de las suyas. Al final, hay una promesa para los vencedores en este último tiempo de la historia.
“Le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono”, promete Jesús. El vencedor compartirá la gloria y el poder de Cristo, así como él comparte la gloria y el poder de su Padre. Hemos terminado nuestro estudio a través de las siete iglesias del Apocalipsis, pero la verdadera historia, la tuya, está por comenzar.
Tienes ante ti la oportunidad de caminar con tu Señor y demostrarle tu amor y tu lealtad. Si has cometido faltas, errores, recuerda que él quiere perdonarte y desea que formes parte de su pueblo especial. Pronto Jesús regresará en las nubes del cielo en busca de esa iglesia que aunque defectuosa, aprendió a confiar en su Salvador y en sus promesas de perdón y protección.
Vendrán tiempos difíciles pero no tenemos nada que temer. Cristo estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. (Si este estudio te ha ayudado a comprender mejor el plan de Dios para su pueblo y para ti mismo, y deseas recibir más conocimiento de Jesucristo, el pastor Rolando de los Ríos estará dispuesto a ayudarte. Todo lo que tienes que hacer es llamarlo al 321-439-1100 o escribirle a: Contacto@revelacionadventista.com.
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